Crítica Teléfono Rojo; ¿Volamos hacia Moscú?

8/10

No me comeré el tarro buscando un titular para la crítica. Parafrasearé a Kubrick por una razón muy sencilla. Es uno de mis directores predilectos y mi deber es hacerle un buen homenaje. Termina marzo y queremos terminar este mes con dos películas del director neoyorquno: 2001, Una Odisea del Espacio y Teléfono Rojo.
Como no quiero meterme en camisa de once varas ya que es demasiado temprano para hacer una tesis doctoral sobre 2001, he preferido lanzarme a transmitir a usted, querido lector, mi punto de vista y mis reflexiones acerca de una de las más grandes sátiras que se han hecho acerca de la Guerra Fría. El humor negro que en esta película se hace acerca de un tema tan complejo como fue el enfrentamiento entre las dos grandes potencias de la época, los Estados Unidos contra la Unión Soviética, es la nota dominante.
Si repasamos la sinopsis de manera rápida, la película comienza cuando un bombardero norteamericano recibe la orden de bombardear las bases soviéticas. La tripulación pone rumbo hacia sus objetivos. El mandato viene del general Jack D. Ripper (anagrama que en inglés se leería Jack The Ripper o lo que es lo mismo, Jack El Destripador), un loco al que se le ha ido la cabeza (magistralmente interpretado por Sterling Hayden). Inmediatamente y en el plazo de veinticinco minutos, la delirante Sala de Guerra deberá impedir el ataque a la Unión Soviética y evitar el estallido de la Tercera Guerra Mundial. El presidente de los Estados Unidos Merkin Muffley (interpretado por Peter Sellers) deberá luchar por cual de las ideas de sus dos asesores es la correcta. Por un lado, la que le ofrece el general Buck Turgidson (genial George C. Scott) y el Dr. Strangelove, un ex-nazi interpretado de nuevo por Sellers que terminará por ser el personaje más surrealista de la cinta.
Durante la hora y media de la película, el presidente contactará con la base del general Ripper donde su ayudante, el capitán Lionel Mandrake (de nuevo interpretado por Sellers) se hará cargo de la situación cuando su superior ha decidido renunciar a su puesto. Mientras, en la Sala de Guerra se llega a convocar al embajador soviético, más pendiente de la comida que hay puesta en el buffet que de solucionar la grave crisis que azota al mundo y que está a punto de convertirse en una verdadera catástrofe.
Al hablar de esta película hemos de hacerlo en primer lugar de la valentía que su director adoptó para, en una época tan convulsa, hacer una película sobre la destrucción del mundo. Además, los poderes políticos quedan reflejados como unos auténticos tarambanas. Si ahora, alguno se decidiera a hacer una nueva versión (ojala no sea así), los personajes serían completamente extrapolables. Es una película atemporal que, aunque se enmarque en el contexto de la Guerra Fría, es perfectamente acoplable a la situación que vivimos actualmente con las armas nucleares y de destrucción masiva. Con un guión del propio Kubrick y de Terry Southern, el cuidado con el que ambos escogieron los lugares de rodaje, la iluminación tenebrosa que la película iba a tener así como el fantástico reparto que dotará a la película de una gran calidad interpretativa.
En este sentido hay que reconocer en primer término a un inconmensurable Peter Sellers, un actor que no resulta de mi agrado por su excesivo histrionismo pero que en esta película está simplemente brillante. Su caracterización de tres personajes en la misma cinta ha servido para que otros actores se lanzaran a hacer lo mismo a lo largo de la Historia del Cine reciente. Tanto el presidente Muffley, el capitán Mandrake así como el Dr. Strangelove son auténticas proezas de la intepretación del que ya se considera un actor único e irrepetible. Por otro lado, George C. Scott, un actor excelente y que dota a su personaje, el general Buck Turgidson de la locura que podríamos tener cualquiera de nosotros si nos enfrentamos a este tipo de catástrofe. No debemos olvidar tampoco a un actor que, al estar al borde de la destrucción física y moral consiguió hacer que su carrera reflotara gracias a su personaje del general Jack D. Ripper. Hablamos de Sterling Hayden, un gran actor visto en Atraco Perfecto o El Padrino II.
La película integra un gran número de situaciones completamente surrealistas. Desde la "Máquina del Juicio Final", que los soviéticos tienen en su poder y utilizan cuando los demás países les tocan las narices hasta la pelea final de tartas que iba a tener lugar en plena reunión de la Sala de Guerra y que al final quedó eliminada por considerarse, precisamente, demasiado "surrealista". Es una cinta angustiosa ya que en todo momento se hace mención a la "destrucción total de la humanidad". El espectador atento irá consumiendo los minutos de la película a la espera de cual será el resultado o el premio que se llevarán todos. Porque todo el mundo en esta historia, por mucho poder que tenga, está indefenso ante un ataque nuclear de una envergadura considerable.
Teléfono Rojo es conocida también por ser la película con el nombre más largo hasta la fecha. Y es que el título original en inglés es Dr. Strangelove or How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb. En España fue traducido como Teléfono Rojo o Cómo aprendí a dejar de preocuparme y amar a la bomba. Hay algunas ediciones que directamente optaron por traducirlo como Teléfono Rojo: ¿Volamos hacia Moscú? Mientras los anglosajones prefirieron darle el protagonismo del título al Dr. Strangelove, en España se hizo referencia a la línea de teletipo que unía Estados Unidos con la Unión Soviética y que se realizó precisamente para evitar un desastre nuclear a gran escala. Pocos años después, este fantástico titulo se vio superado (en longitud) por una película de Woody Allen: Todo lo que Usted Siempre Quiso Saber Sobre el Sexo Pero Nunca se Atrevió a Preguntar.
La película tuvo numerosos reconocimientos. En los Premios Oscar de 1965 obtuvo 4 nominaciones a la mejor película, al mejor director, al mejor guión original y al mejor actor para Peter Sellers. No se llevó absolutamente ningún premio, ni siquiera uno de los favoritos, el de Peter Sellers en detrimento de una película claramente inferior como es My Fair Lady. En los BAFTA obtuvo el reconocimiento a la mejor película, a la mejor película británica aunque no así al mejor director y al mejor actor, galardón que compartían Peter Sellers y Sterling Hayden.
Nos quedamos con una de las frases más míticas de la película, donde el Dr. Strangelove hace alarde de su poder y su "inteligencia" (busque usted información acerca del Síndrome de la Mano Extraña, le ayudará a entender el comportamiento de este personaje):
"Sugiero que los aquí presentes deberíamos vivir en galerías subterráneas por al menos 100 años. A cada uno de los hombres nos serían asignadas 100 voluptuosas jóvenes para reproducirnos".
Lo peor de todo es que esta decisión, sí se aprobó por unanimidad.

Crítica El Escritor; Las apariencias engañan

7/10

Mientras veía la película sólo se me venía a la cabeza la idea de que esta cinta no era de Polanski. No parece su estilo, visto en otras películas de suspense como La Novena Puerta, Frenético o algunas de las más recientes que el director polaco nos ha dejado. No obstante, recupera el viejo estilo de las películas de Alfred Hitchcock, con una intriga muy bien planteada donde un solo personaje es el principal y no llena de artificios la pantalla. Gracias a esta cinta, mi admiración por Ewan McGregor ha ido in crescendo. Nunca pensé que el afamado protagonista de aquella cinta que tan poco me gustó en su día como Trainspotting fuese a convertirse en uno de los mejores actores del cine actual con interpretaciones para todos los gustos. Desde el caballero Jedi de la última saga de Star Wars, el fantástico musical Moulin Rouge pasando con su colaboración con Woody Allen en El Sueño de Casandra. Y es que en esta película, él es el absoluto protagonista de esta historia en la que nos tendremos que ir introduciendo en su mente a la espera de tener nuevos acontecimientos. Se agradece que Roman Polanski nos haga mirar las cosas desde el punto de vista subjetivo. De esta forma, la intriga cobra más sentido y no somos sólo meros espectadores.
A esta táctica del buen suspense sin efectos especiales y sin sobreactuaciones se unen dos actores de talla mundial y con una carrera labrada durante veinte años. Por una parte, el irlandés Pierce Brosnan, llamado a estar desaparecido tras su paso por cuatro de las películas de la saga Bond. En esta película, el actor interpreta a un ex-primer ministro con muchas cosas que esconder de cara al libro de memorias que escribe junto a McGregor y de cara a toda la gente que un día le votó. Sin ser un excelente actor y sin aparecer demasiado en la pantalla, los momentos en los que Brosnan aparece le dan un toque de elegancia y clase a la película, aparte de algún momento de intriga que dejará a más de un espectador perdido. Por otra parte, tenemos al gran Tom Wilkinson, un irrepetible actor que consigue hacer grande hasta el papel más pequeño que le den en cualquier película. En esta ocasión jugará a ser una pieza para el puzzle que Polanski nos trae a colación.
Con un guión basado en una novela de Robert Harris (y que él mismo adapta para la gran pantalla), el autor de El Silencio de los Corderos escribe junto a Polanski una serie de diálogos bien construidos y que, aunque algo enrevesados en el conjunto de la película, no resultan tan complicados como en otras ocasiones. Y es que, como dije al principio, no me da la sensación de estar viendo una película de Polanski. Me da la impresión de estar viendo así como un remake de Michael Clayton, aquella magnífica película de Tony Gilroy donde la intriga se sustentaba en un abogado (interpretado por George Clooney) y sus relaciones con diferentes mundos de la industrial empresarial. Aquí, en El Escritor, Polanski y Harris tejen una trama política que contiene numerosas referencias a la Historia reciente tanto de Estados Unidos y de Inglaterra mientras, a través de los ojos de Ewan McGregor, llegamos a un final, que no siendo de infarto, permite al espectador salir de la sala de cine pensando que ha invertido bien su dinero en ir a ver otra muestra más de lo gratificante que es pensar que el cine europeo todavía está vivo.

Crítica de Lolita; Viaje a la locura del delirio sexual

8/10

La adaptación cinematográfica de una novela como Lolita, de Vladimir Nabokov, asumía una multitud de riesgos inherentes a la propia naturaleza de la pieza literaria; la autorreferencialidad que la conduce, la compleja relación espacio-tiempo, la condensación de sentimientos difíciles de llevar a la pantalla, etc. No obstante, la película homónima salió airosa e incluso victoriosa del trance por una gran cantidad de condicionantes que la encauzaron al buen camino. El primero de ellos es evidente; fue el propio Nabokov quien firmó el guión cinematográfico. Probablemente su mayor logro fue evitar la adherencia exacta de lo que imaginó en prosa aunque sin dejar de ser un fiel retrato visual de la novela. Así encontró un cómodo término medio que le dio margen a experimentar con el tiempo fílmico, como el comienzo en el que se muestra el trágico e hipnótico final de la novela.

Continuando con los ingredientes que hacen de esta película una excelente adaptación de una obra literaria así como un ejercicio de estilo cinematográfico de gran pureza, no podemos olvidar quién se esconde tras las cámaras. Stanley Kubrick, a quién le rendimos un merecido homenaje en este blog, se erige como uno de los grandes directores de la historia de cine con pruebas fehacientes de ello; con Lolita se circunscribe a un guión más o menos cerrado de antemano, sin embargo la minuciosidad de los planos y el control sobre las interpretaciones de los actores lo elevan sobre la mediocridad general de las adaptaciones.

Son precisamente esas interpretaciones el vértice restante de este triángulo excelente que hoy reseñamos. Perdurable es, sin duda, el rol de Peter Sellers como ese monstruo ególatra y tartamudo que aparece en la trama como una sombra no siempre visible aunque de enorme importancia en el devenir de los acontecimientos. Sellers construye a su personaje con precisión y cautivadora imaginación en una de las mejores interpretaciones de su carrera. La réplica se la da James Mason en su rol de Humbert Humbert, el profesor europeo (maravilloso acento en la versión original) que se traslada a New Hampshire para impartir lecciones en la Universidad pero que se topa durante el verano con la encantadora Lolita (o la sugerente Sue Lyon), quien le hará, arrastrado por la pasión, replantearse toda su vida. Para disfrutar de su compañía deberá casarse con su madre, interpretada por Shelley Winters, una enamoradiza y egocéntrica mujer madura que, ciega por la necesidad, no se percata de lo que mueve a su marido hasta su trágico final.

Lolita es todo un catálogo de sentimientos humanos despreciables, descarnados y ordinarios (no en vano fue criticada desde todos los flancos conservadores). Con ella, nos sumergimos en los pensamientos mezquinos del respetable señor Humbert, siempre derrotado y a la zaga de la dulce niña que lo domeña a placer, hasta niveles de destrucción personal evidentes, como la secuencia en la que pierde la cabeza en el hospital, desesperado por la pérdida de su amada y con un Mason inconmensurable.

La obsesión sexual continua, inmune al tiempo y a la pérdida, sin embargo Lolita ya no es la misma, su aura de adolescente virginal se ha perdido y vulgarizado. La herida, no obstante, no sana, permanece como una enfermedad incurable, un delirio soterrado que, ni siquiera con el asesinato del que se identifica como culpable, desaparecerá.

Crítica Pulp Fiction; Un clásico del cine moderno


9/10

No hay palabras para describir lo que se siente al visionar o al escuchar algunos diálogos de Pulp Fiction. La magia que Tarantino transmite en sus guiones y plasma en sus películas es innegable. Ésta, su segunda película, se ha convertido con el paso de los años en todo un auténtico clásico de los últimos tiempos del cine. Y es que al igual que su director, son muchos ya los que tienen Pulp Fiction como su película y director de cabecera. Esta cinta es larga pero no deja ni un solo segundo al espectador para que reflexione sobre sus opciones de quedarse dormido o seguir descubriendo que es lo que tiene el maletín de Marcellus Wallace, las intenciones de Mia Wallace, las fantásticas conversaciones entre Vincent y Jules (magistral escena del coche y el disparo por accidente) así como el falso protagonismo que adquiere Butch, el personaje de Bruce Willis que anteriormente pasó por las manos de Matt Dillon e incluso Sylvester Stallone o Mickey Rourke (en sus mejores tiempos) en un intento de Tarantino por completar el cásting de esta película. Es de justicia reconocer el buen trabajo que hace un actor tan mediocre y limitado como es Bruce Willis, al que ya jamás volveremos a despegar de su rol en Jungla de Cristal o El Sexto Sentido.
Si hablamos de las arduas, largas y tempestuosas tareas de casting que se llevaron a cabo para realizar Pulp Fiction hay que mencionar que el papel de Vincent Vega, interpretado por un resucitado y bien hallado John Travolta (fofo y blancuzco, pero con una nominación al Oscar al mejor actor bajo el brazo) fue ofrecido en primera instancia a actores tan dispares como Liam Neeson, Daniel Day Lewis e incluso Mel Gibson. Para el papel de Mia, actrices como Isabella Rossellini, Holly Hunter, Melanie Griffith así como Kim Basinger fueron las que inicialmente tenía el director en mente. No obstante, estuvo a punto de ser interpretado por Julia Roberts si no llega a ser porque las pretensiones y el salario de la actriz eran demasiado altos para una película de bajo presupuesto como es Pulp Fiction. Finalmente, Uma Thurman, que posteriormente habría de ser llamada "la musa de Tarantino" fue la escogida para interpretar a Mia Wallace. Y como olvidarnos de Samuel L. Jackson, un hombre cuya presencia ya es suficiente para llenar cualquier papel.
La película se divide en tres partes a cada cual más interesante. La primera de ellas narra las peripecias que vive Vincent con la esposa de su jefe, Marcellus Wallace. Drogas, batidos y bailes se superponen unos a otros en una de las secuencias de baile más conocidas de la Historia del Cine. La segunda de las historias (o capítulos, en el argot tarantiniano) cuenta la historia de la estafa que le hace Butch (Bruce Willis) al mafioso local y cómo consigue huir de la ciudad para que éste no intente matarle tras huir de un combate previamente amañado. Un punto clave de esta historia es un reloj que perteneció a dos generaciones de la familia del personaje de Bruce Willis y que permaneció oculto en un sitio muy escabroso de la anatomía de Christopher Walken. La tercera historia sirve de desenlace a esta maravillosa película y nos regala la escena del "asesinato sin querer" y la ya mítica frase "Soy el Sr. Lobo, resuelvo cosas", interpretada por Harvey Keitel. También es conocida esta historia por albergar la aparición en forma de cameo de su director, Quentin Tarantino, como el hombre que ayuda al Sr. Lobo, a Vincent y a Jules a volver a la normalidad.
Hay muchas teorías acerca del contenido tan brillante del maletín que Travolta y Jackson tienen que recuperar. El que escribe se inclina a lanzar la suya y decir que se trata simplemente de lo que Alfred Hitchcock ya utilizó en sus películas: el McGuffin, un elemento que nadie sabe lo que es ni aparece en todo el metraje pero que es la clave y la base sobre la que se mueve el guión. El ejemplo más famoso fue Con la Muerte en los Talones, en la que Cary Grant era perseguido por llamarse George Kaplan, un personaje que no sabemos quién es ni aparece en toda la película.
Pulp Fiction es una de las grandes obras del cine debido al uso que hace de los elementos que aparecen en la película. Por ejemplo, el uso de los cuartos de baño, en los que cuando Vincent Vega entra, la película ha tomado un giro u otro. Las referencias a Uno de los Nuestros, la referencia a la futura Kill Bill con unas descripciones casi perfectas de los personajes de la película que Tarantino hará en un futuro, entonces, lejano. La serie Los Simpsons también ha bebido de algunos elementos de Pulp Fiction.
Pero, ¿que elementos de la Historia del Cine ha tomado Tarantino? Pues sin ir más lejos, Psicosis. La escena de la huida de Bruce Willis y el momento en el que se encuentra al hombre del que está huyendo en un semáforo es el ejemplo perfecto. Las referencias a Reservoir Dogs, ópera prima del director también son más que latentes. Si no, fijense simplemente en el nombre del personaje de Travolta.
Candidata a 7 Oscars de los cuáles solo arrancó 1 al mejor guión original, Pulp Fiction ganó la Palma de Oro en Cannes. El único de los actores que vio recompensado su trabajo fue Samuel L. Jackson, que ganó el BAFTA al mejor actor de reparto. Sin embargo, tanto a los Oscar como a los Globos de Oro estuvieron nominados John Travolta (al mejor actor), Uma Thurman y Samuel L. Jackson (a los mejores actores de reparto). Tarantino optó al premio al mejor director en todos los festivales donde se exhibió pero sólo consiguió en cada uno de ellos un premio para su magistral guión.

Crítica de An Education; Tibio retrato de un despertar

6/10

El tema de la conquista de jovencitas autoconscientes de una ficticia madurez por parte de hombres mayores obsesionados con el sexo o que simplemente buscan en mujeres de tierna edad lo que no encuentran o consiguen entre aquellas de su misma etapa vital, ha sido tratado prolíficamente tanto en la literatura como en el cine. Probablemente fue Nabokov quien con mayor maestría, primero en su novela Lolita y posteriormente firmando el guión de la adaptación cinematográfica de Kubrick (que muy pronto reseñaremos en esta página), desarrolló el asunto de la obsesión y la degradación del hombre hasta extremos que muchos catalogarían de violación. No en vano, Lolita fue sometida a una feroz crítica por los sectores más conservadores de la sociedad estadounidense y su escritor portó durante toda su vida la etiqueta de “degenerado sexual”.

An Education no llega tan lejos. La película de la directora danesa Lone Scherfig (Italiano para principiantes, Wilbur se quiere suicidar) se basa en el guión del novelista británico Nick Hornby que, a su vez, utiliza el libro de Lynn Barber sobre un joven oprimida en su hogar que se topa con un encantador hombre mayor que ella que la colma de atenciones y diversión. La cinta desarrolla correctamente la trama, con cierto pulso aunque con una tibieza general que impide que remonte el vuelo más allá de la mediocridad. Sin duda, lo más remarcable de An Education es la interpretación de la joven promesa Carey Mulligan, quien sostiene todo el peso de la historia, ilumina secuencias anodinas e imprime un toque sutil y elegante al conjunto. Muy lejos queda un simpático aunque poco atractivo Peter Sarsgaard que construye un señor Humbert patoso e infantil (nada que ver con el desquiciado James Mason de Lolita), un extremadamente caricaturizado Alfred Molina o la tontuna de Rosamund Pike. Afortunadamente, aparecen en pequeños roles la siempre deliciosa Emma Thompson y la camaleónica Sally Hawkins.

La película de Scherfig cuenta con un guión sólido, sin demasiadas concesiones a la inventiva, sorprendentemente ya que es Hornby del que hablamos. La estética opresiva de los 60 confiere aun más sobriedad al conjunto, a pesar de que está perfectamente recreado a semejanza de, como han advertido algunos críticos, la excelente serie de la HBO Mad Men. Y es que es posiblemente ese mundo gris y claustrofóbico el que confiere con mayor acierto lo que la película quiere comunicar; la hipocresía de la clase media respecto a su brillante hija, quien descubre que únicamente la quieren ver casada con un hombre rico, como entregada al mejor postor, por encima de cualquier atisbo de la educación que, aparentemente, le quieren inculcar. La mujer de la época aparece así como un objeto que daba beneficios a largo plazo, en lugar de una persona con sentimientos o sabiduría. Curiosamente eran las sabias las que quedaban solas, como la profesora brillantemente interpretada por Hawkins, una mujer íntegra y madura que sin embargo vive sola entregada a la literatura y contra la que se enfrenta la protagonista, contraponiendo dos modelos enfrentados; vivir la diversión del momento de la mano de un esposo rico (que además se ganaba la vida de forma ilícita) o bien entregarse a su propia formación como persona.

An Education ha tenido un éxito considerable a nivel internacionales, con tres nominaciones a los Oscar, incluyendo Mejor Película y Mejor Actriz para Carey Mulligan, que se hizo con el BAFTA merecidamente. Mulligan es, en definitiva, lo más reseñable de una película que avanza segura aunque sin demasiado corazón sobre una historia trillada del despertar prematuro de una joven. En este caso, presenciamos el despertar de una joven actriz que, probablemente, dé mucho que hablar en el futuro más próximo.

Crítica El Concierto; Melodioso canto hilarante

7/10

La comedia europea está de enhorabuena. Más allá de los gags escatológicos que imperan en el cine estadounidense, los realizadores del continente han encontrado su fórmula en personajes tiernos, historias entrañables y un ritmo frenético que propicia la sonrisa constante antes que la carcajada espontánea. En la mente de todos están cintas como las recientes Bienvenidos al Norte o Buscando a Eric. Son películas con alma, dirigidas al corazón, aparentemente sin pretensiones aunque con un profundo poso de crítica. Todos estos son ingredientes que se aglutinan en la certera El Concierto, tercer largometraje del rumano Radu Mihaileanu afincando en Francia, tras las muy apreciables y divertidas El tren de la vida y Vete y vive. Emociones engarzadas en una hilarante trama de chistes políticos y situaciones absurdas hábilmente conducidas es lo que nos ofrece ahora Mihaileanu en una recomendable cinta para el entretenimiento de una tarde de invierno.

La historia arranca con el impulsivo robo de una invitación de un concierto en el Chatelet de Paris por un degradado director de orquesta que debe limpiar cada día el teatro moscovita donde un día fue grande. Su oposición al régimen de Brezhnev le costó su carrera y ahora pretende tomarse la revancha lejos de Rusia. Para ello cuenta con su fiel amigo Grossman, junto al que reclutará a una alocada tropa de antiguos músicos que se ganan la vida en los trabajos más imprevisibles, y a su manager, un comunista nostálgico que no deja de soñar con el comunismo internacional.

Uno de los valores de El Concierto es la crítica política en clave de humor por la que caricaturiza tanto el pasado como el presente ruso; desde las anquilosadas mentes del comunismo que ahora nadie escucha, hasta el poder omnipotente de los oligarcas, representados en la película por un divertido músico frustrado que promociona la compañía. Sin duda, una de las escenas más hilarantes, es la de la boda que acaba con un tiroteo entre magnates al estilo gángster.

La trama se desarrolla con fluidez, deslizándose en algunas ocasiones en las secuencias más emotivas, aunque manteniendo el tipo hasta el final, cuando desemboca en el magistral concierto de Tchaikovski que encumbra a la banda en contra de lo que podía parecer al comienzo. Aquí al música surge con fuerza, implacable, como una preciosa floritura a modo de epílogo de una historia tierna de redenciones y segundas oportunidades. Las interpretaciones son correctas, en su mayoría de actores amateurs o poco reconocidos a nivel internacionales, a excepción de los actores franceses Francois Berléand y la exquisita Melanie Laurent, recordada como la vengativa judía de Malditos Bastardos.

No podemos más, pues, que recomendar el nuevo proyecto de Mihaileanu, que nos hace reír (aunque no emocionarnos excesivamente) con ganas y, sobre todo, nos eleva el ánimo con la música, ya sea clásica o folk.

Crítica Toro Salvaje; Destrucción y gordura

9/10

Si tenemos que dar una descripción exhaustiva de Toro Salvaje dirigida por Martin Scorsese, hemos de comenzar directamente por su excepcional guión, una de las grandes maravillas que ha dado el Séptimo Arte. Obra de Paul Schrader, el autor de Taxi Driver escribió una de las mejores películas de los años 80. Nominada a 8 premios Oscars, entre ellos película, director y actor (premio que Robert De Niro ganó más que merecidamente) aunque no así para el guión, la que quizás sea una de las grandes injusticias de la Historia del Cine. La película se vio superada por Gente Corriente, una obra de una calidad algo menor pero que cautivó a medio mundo además de ser la primera película dirigida por el actor Robert Redford, el cual le arrebató a Scorsese los premios de Mejor Película y Mejor Director, que el director neoyorquino no conseguiría hasta 2006 con Infiltrados tras siete nominaciones frustradas.
Mención aparte se merece Robert De Niro, un actor que no entra entre mis favoritos pero ante el cual me tengo que quitar el sombrero por la interpretación tan sentida que brinda en esta cinta. Un papel para el cual tuvo que engordar la friolera de 27 kilos para, al final de la película, parecer un hombre totalmente destruido. Fue un récord para la época que fue roto en 1987 por Vincent D´Onofrio y sus 30 kilos de más para La Chaqueta Metálica. Pero, al igual que en El Padrino II, De Niro demuestra de lo que es capaz y porqué tanto crítica como público se rinden ante él.
Con una fotografía en blanco y negro, digna de una buena película de cine negro, Scorsese nos pone ante nosotros una cinta áspera y con un montaje dificil que hace que el espectador tenga que sentirse identificado, bien con De Niro, bien con su mujer o bien por su atormentado hermano interpretado por Joe Pesci, incomensurable actor que trabajó en innnumerables ocasiones con De Niro, algunas de ellas películas del propio Scorsese.
Pero lo que realmente destaca en esta cinta es el guión. Un guión de Schrader que maneja todo tipo de vocablos (de hecho la palabra fuck se repite 114 veces) y que fue ninguneado por la mayor parte de las asociaciones entendidas en cine allá por 1980.
Gran película con una gran interpretación que la crítica no dudó en otorgar como una de las mejores de la Historia del Cine. Porque Robert De Niro sabe hacer cine, últimamente no, pero por lo menos, supo hacer cine. Y eso hay que reconocérselo. Y que mejor para demostrar esta afirmación que viendo la que posiblemente sea la mejor interpretación de su carrera. Ese Jack LaMotta que tantos desvelos tuvo y que tanto triunfó. Pero tal y como triunfó su carrera se vio truncada por su mala administración y por su cada vez más irregular forma física.

Crítica La Naranja Mecánica; Violencia, Ultraviolencia y Beethoven

9/10

Seguimos con nuestro particular homenaje a Stanley Kubrick en esta retrospectiva que hemos dividido en cuatro películas por mes, para poder abarcar las doce cintas que el director neoyorquino nos dejó en herencia. Si en febrero ya comentamos Eyes Wide Shut, La Chaqueta Metálica, El Resplandor y Barry Lyndon, en este mes de marzo tocaremos en profundidad La Naranja Mecánica, 2001: Una Odisea del Espacio, Teléfono Rojo: ¿Volamos hacia Moscú? y Lolita. Todas ellas películas polémicas, obras maestras e imperecederas en nuestras retinas.
Comenzamos esta retrospectiva de marzo hablando de La Naranja Mecánica, una de las películas más prohibidas de la Historia del Cine. De hecho, en el propio país del director y donde se rodó la película, estuvo prohibida durante 30 años. En Inglaterra nadie podía ver La Naranja Mecánica. Parecía que la sociedad británica no estaba acostumbrada a tanta realidad en el cine. Bien es cierto que se exageran algunos aspectos, pero normalmente suelen ser aspectos decorativos y formales.
Si comenzamos nuestro análisis debemos hacerlo por la novela en la cual se inspira la película. Anthony Burgess, gran autor de obras musicales así como de todo tipo de novelas, realizó La Naranja Mecánica en recuerdo de un suceso que le sucedió en 1944 cuando fue víctima de un robo y una violación a su mujer en la ciudad de Londres por parte de cuatro soldados del ejército norteamericano. Su esposa, embarazada, abortó como consecuencia de esta brutal agresión. Hay toda una serie de teorías que intentan descubrir el porqué del nombre de esta cinta, quizás uno de los más enigmáticos de toda la Historia de la Literatura así como del Cine. Sin embargo, hay quien se aventura a dar su propia opinión acerca del tema. Sin embargo, todos coinciden en lo mismo. Se trata de una paráfrasis psicológica acerca de la dulzura, el color y buen sabor de una fruta que puede ser condicionada ante cualquier circunstancia asimilándose a cualquier objeto mecánico, que actúa sin libre albedrío. Es una teoría un tanto complicada que el autor quiso explicar intentando decir que el nombre de su novela procedía del malayo, donde la palabra orang significa "persona". De ese modo, y haciendo un juego de palabras, el título real de la obra sería El Hombre Mecánico. Sin duda, es otra vuelta de tuerca a todo el cómputo de teorías que existen acerca del nombre de la novela.
De lo que nadie tiene duda es del poder que ejerció el libro en la sociedad de la época. Para empezar, la jerga que utiliza su protagonista, Álex, para introducirnos de lleno en su mundo. El autor inventó este "dialecto", por llamarlo de alguna forma, al que llamó nadsat. Burgess lo identificó con el idioma de los adolescentes combinado con palabras procedentes del ruso: drugos, pijotera, etc. La utilización de esta jerga dota a la novela y posteriormente a la película de un aire de atemporalidad, la cual no hubiera sido posible si se hubiera hecho con un guión inspirado en la época.
Cuando Stanley Kubrick hizo la película decidió recurrir a las técnicas que lo hicieron conocido en todo el mundo. La aceleración, ralentización del tiempo, la utilización de la cámara manual, la inserción en determinados momentos de la cinta de fragmentos de películas clásicas y la fantástica adaptación de piezas clásicas tanto del gran Ludwig Van Beethoven como de Edward Elgar o Rossini así como composiciones originales de Walter Carlos, compositor que se cambió de sexo durante el rodaje de la cinta pasando a ser Wendy Carlos y que aún hoy sigue premiándonos con auténticas bellezas musicales.
Las escenas de violencia extrema e incluso de sexo explícito hicieron que se coartase la proyección de la película en ciertos países todavía sometidos a los yugos de las dictaduras o que, simplemente, eran presa del catolicismo imperante en la Europa de los 70. Sin duda, el suceso más triste que se recuerda es la sucesión de una serie de crímenes horrendos acaecidos en el Reino Unido tras el estreno de la película. Los detenidos eran todos jóvenes que declararon que se habían visto influenciados por el conjunto de lo que habían ido a ver al cine. A partir de entonces, los medios apuntaron como principal culpable de lo sucedido a Stanley Kubrick, quien se vio tremendamente afectado debido a que descubrió que no todo el mundo había comprendido el mensaje que la película quería transmitir. Tras esto, Kubrick obligó a Warner Bros. a retirar la cinta de los cines de Inglaterra después de más de dos meses de exhibición. De esta forma, La Naranja Mecánica no pudo ser vista en los cines del Reino Unido hasta la muerte de Kubrick en 1999.
Una de las escenas más memorables de la película es aquella en la que nuestro protagonista tiene los ojos abiertos a la fuerza mediante un sistema de pinzas que le sujetan los párpados. A Álex se le administra una droga que le hace tener horribles pesadillas cuando "videa" imágenes en las que aparecen signos de violencia. Encima, si las imágenes están acompañadas de la Novena Sinfonía de Beethoven, el músico preferido de Álex, la cosa se pone interesante. Es lo que se llamó "Experimento Ludovico" y que nadie nunca se atrevió a poner en práctica en la vida real.
Si hay algo que destaca de la película, aparte de la técnica anteriormente mencionada, el tema, la música y las consecuencias es una persona. Un actor joven que vio como su carrera comenzó a caer en declive ya que, aunque la cinta le dio un reconocimiento inesperado con un sinfín de premios, tardó largo tiempo en deshacerse del papel que le dio la gloria. Para separar a Álex de Malcolm McDowell, el actor se llevó años y años haciendo papeles menores. Actualmente es un gran actor de televisión al que podemos ver en Stargate o Héroes.
Obligado visionado de La Naranja Mecánica a todas aquellas personas a las que les guste el buen cine. Pero cuidado con lo que se dice, que aunque vivimos en el siglo XXI, no sabemos todavía de lo que es capaz una persona. Y yo me hago una pregunta:
¿Usted es humano o.... mecánico?

Premios Oscar 2010; Bigelow vence rotundamente a Avatar


Pocas esperanzas teniamos en una edición de los Oscar en la que las dos favoritas eran una megaproducción realizada para ser vista con gafas de colores y una cinta de guerra sin combate que, si bien era de bajo coste, aún menor ha sido su recaudación mundial. Desafortunadamente, no hubo grandes sorpresas; ni Malditos Bastardos ni Up in the air dieron la campanada, es más, ambas salieron claramente derrotadas de la noche, alcanzando únicamente un galardón Chistoph Waltz por su interpretación de general nazi en la cinta de Tarantino, negándosele incluso un merecido premio al Mejor Guión Original y Adaptado respectivamente.
De igual modo, es inútil llevarse las manos a la cabeza con las decisiones de la Academía que, año tras año, se esfuerza en elegir productos mediocres entre los vencedores. En esta ocasión, la asombrosamente aburrida En Tierra Hostil se alzó como vencedora indiscutible de la noche con seis premios de los nueve a los que optaba, incluidos el de Mejor Película y Mejor Dirección para Kathryn Bigelow, curiosamente la primera mujer en hacerse con el premio en esta categoría (parece que las acusaciones de conservadurismo recalcitrante a la Academia surten efecto). Más sangrante aún es el premio al Mejor Guión Original para la misma cinta, fundamentalmente por la incapacidad manifiesta de la película por transmitir un mínimo de sentimiento, crítica o frenetismo (como diría un amigo, no es más que un orgasmo frustrado). La cartera de premios se completó con los de Mejor Sonido, Efectos Sonoros y Montaje.
Por el otro lado, la gran derrotada; la peícula más taquillera de la historia del cine, la más cara, la más revolucionaria, la destinada a cambiar el concepto del cine, Avatar. James Cameron no ha podido revivir aquella noche "de naufragio" (como se refirió entonces Jack Nicholson), siendo derrotando, morbosamente, por su ex mujer, la cual ha invertido en su película apenas el 5% de lo que se ha gastado él mismo. Avatar ha cosechado tres premios Oscar; Mejores Efectos Visuales, Dirección Artística y, paradójicamente en una película realizada casi íntegramente por ordenador, Mejor Fotografía.
En el apartado interpretativo no hubo sorpresas; Jeff Bridges fue recompensado por una carrera repleta de interpretaciones memorables culminada este año con la del cantante country acabado al que da vida en Corazón Rebelde. En el apartado femenino los temores se cumplieron y tanto Sandra Bullock por The Blind Side (sin duda, el lado explotado por la Academia) como Mo'nique se alzaron con la estatuilla a Mejor Actriz y secundaria respectivamente, esta última por encima de Penélope Cruz. Curiosamente, el día anterior Bullock recogía el premio Razzie a la Peor Interpretación femenina por All About Steve, convirtiéndose en la primera actriz en conseguir este grato honor. Por su parte, el desegradable rol que hace suyo como anillo al dedo Mo'nique en Precious bien le ha valido un Oscar, confirmando la tendencia de los académicos a premiar a tarados, deformes y cualquier forma de degradación humana. Precious, además, consiguió el premio al Mejor Guión Adaptado, basado en la novela Push de Sapphire, por encima de guiones tan brillantes como el de Up in the Air.
Si bien la representación española se fue de vacío, ya que ni Penélope ni el cortometrajista de animación español fueron galardonados, la producción de nuestro país obtuvo una vistoria moral gracias al inesperado triunfo de la argentina El Secreto de sus Ojos de Juan José Campanella en su segundo intento por la estatuilla;con un 55% de producción de la española Tornasol. La cinta protagonizada por Ricardo Darín se impuso a rivales de la talla de La Cinta Blanca o Un Profeta.
Por otro lado, Up fue la Mejor Película de Animación y la música de Michael Giacchino fue premiada como Mejor Banda Sonora. La mejor canción fue para Corazón Rebelde.
Esto es todo lo que ha dado de sí la 82º edición de los Premios Oscar; alegría para unos y disgusto para otros. No obstante, no se debe olvidar que los Oscar son únicamente los premios que la academia de cine hollywoodiense otorga y, en ningún y según se ha demostrado a lo largo de la historia, son la gran instancia que legitima y califica el producto cinematográfico del año. Glamour, entretenimiento y espacio informativo a tropel es fundamentalmente lo que ofrece los Oscar. Pero al fin y al cabo, somos cada uno nosotros los que decidimos, en nuestra propia percepción de espectadores, qué es aquello que nos emociona y qué es lo que nos desagrada.

Crítica Los Soprano (TV); Confirmado: Mejor serie de la Historia

9/10
Es inevitable que una persona que desea dedicarse a esto del cine y de la televisión no haga una crítica después de haber finalizado, hace apenas diez minutos, una de las series más impactantes, espectaculares y mágicas de la televisión americana. Y es que a través de la cadena HBO, el 10 de enero de 1999, un hombre con un alto porcentaje de masa corporal se ponía detrás de nuestra pantalla para hacer las delicias de los más de 10 millones de espectadores de media que la serie ha tenido durante sus seis temporadas. Hablamos, como no, de Los Soprano.
He de reconocer que cuando comencé a ver la serie allá por el verano del 2009 no me empezó gustando nada. El guión me parecía pesado y no había nada en la serie que me llamara la atención. Convencido de ello, abandoné su visionado por el de otra serie producto de la AMC llamada Mad Men, una auténtica maravilla. Pero cuando terminé de ver las fechorías de Donald Draper, había encima de mi mesa un pack de 4 DVD con la cara de James Gandolfini mirándome con cara de pocos amigos. Fue en ese momento cuando sentí un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo, desde los pelos de la cabeza hasta mi malogrado tendón de Aquiles. Debía hacer que mis ojos contemplaran Los Soprano.
Poco después, en un número de la revista Cinemanía, encontré un especial de "Las 50 Mejores Series de la Década". En el se hacía un top-five en el que se incluían Perdidos, Los Simpsons, A Dos Metros Bajo Tierra, The Wire y finalizando, Los Soprano. Aún más animado me sentí a ver esta serie que tantos quebraderos de cabeza me ha dado. No me refiero a los rompecabezas dePerdidos ni a las intrigas de Mad Men o The Wire. Son series diferentes y después de contemplar el final de Los Soprano ya no me queda duda de que jamás volveré a ver nada parecido en televisión.
Mi intención no es la de desvelar absolutamente nada. No pienso hacerlo porque me consta que hay muchos amigos que están esforzándose por seguir la trama. No os preocupéis, que aunque vayais por la primera o por la tercera, mi objetivo es animaros a entrar en el mundo de Tony Soprano hasta que vuestras retinas repitan su nombre. No me gustaría dar carpetazo a esta serie sin antes hacer mención al artífice del gran éxito de la serie: David Chase, su creador. Un hombre que se pasó 10 años de su vida preparando esta serie y batallando contra viento y marea para que los mejores directores, guionistas, actores y técnicos llevasen a las casas el mundo de la Cosa Nostra de Nueva Jersey. De esta forma, guionistas y productores como Terence Winter o Matthew Weiner (creador de Mad Men), directores como Tim Van Patten o Jack Bender así como todos los actores que participan en la serie y a los que quiero rendir tributo. Edie Falco (Carmela), Robert Iler (Anthony Jr.), Jamie Lynn Sigler (Meadow), Lorraine Bracco (Dra. Melfi), Michael Imperioli (imponente Christopher Moltisanti), Dominic Chianese (el tío Junior), Steven Van Zandt (Silvio), Tony Sirico (Paulie), Aida Turturro (Jeanice), Steven Schirrippa (Bobby) y todos aquellos que salen en la serie y a los que no voy a nombrar por respeto a aquellas personas que aún no han entrado en el mundo de la costa este de Nueva York. Pero si usted es un ávido lector se habrá dado cuenta de que arriba falta un nombre. El nombre de un actor que ha sido el encargado de llevar la dura carga de la interpretación del personaje que da vida a la serie: Tony Soprano. Estoy hablando del único actor que es capaz de interpretar al más canalla de los mafiosos y a la vez seamos capaces de sentir una simpatía tal por él que no nos importaría que fuera familia nuestra o tenerlo como vecino. Este hombre no es otro que James Gandolfini, alguien que ya ha entrado en la Historia del Cine y de la televisión por méritos propios y que ha construido uno de los personajes más seguidos y carismáticos que se han paseado por nuestra pequeña pantalla. James Gandolfini es un actor tardío al que le va a costar sangre, sudor y lágrimas desprenderse de la etiqueta de Soprano, pero que debe recordar que fue esa etiqueta el que lo elevó a los altares.
Con un cuidado extremo, desde 1999 hasta 2006, Los Soprano ha venido siendo la serie a batir por las cadenas rivales en lo que a audiencia se refiere. Con millones de espectadores en todo el mundo que han sabido premiar su fidelidad a la serie, los que no llegamos a tiempo o éramos demasiado jóvenes para entender de que iba todo aquello de la Mafia, llegó la Warner Bros y nos puso en las estanterías de los centros comerciales las 6 temporadas en DVD. Llegar, ver, comprar y disfrutar.
Con un sinfín de premios, entre los cuales destacan las 111 nominaciones que llegó a reunir para los premios Emmy en los siete años que estuvo en antena, hay que destacar los premios a todo el reparto, especialmente a James Gandolfini, Edie Falco y Michael Imperioli, el cual hizo de guionista y director en algún que otro episodio.
Hace ya veinte minutos que termine la serie. He sentido pena cuando he sacado el DVD del reproductor de vídeo porque ya me había acostumbrado a ver algún capítulo todas las noches. Pero bueno, la vida sigue y vendrá otra serie. Imposible que la que venga sea mejor porque siempre se comparará con Los Soprano.
Lo que pido es muy sencillo. Vean la serie hasta el final. No desistan por muy cansino que parezca. No lo es. A medida que vas conociendo a los personajes vas identificándote poco a poco con alguno de ellos. Llegas a sentir lo mismo que ellos. La evolución de los personajes y los sucesos que acontecen en la serie son el devenir de cada uno de ellos. La redención, la muerte, el suicidio, el asesinato, la confesión, la traición. Todo forma parte del mismo cóctel. Por esa razón, merece la pena disfrutar de una serie que ha dado que hablar, esta dando y sin duda ninguna, dará que hablar en el futuro.

Crítica de El Solista; Melodía desentonada

4/10

El joven director británico Joe Wright apareció en el panorama cinematográfico internacional con una interesante adaptación de Orgullo y Prejuicio protagonizada por Keira Knightley y con un reparto de excepción para una ópera prima (Judi Dench, Brenda Blethyn, Donald Sutherland, etc.). Tan sólo dos años más tarde, su nombre trascendía fronteras y su película Expiación se colocaba entre las favoritas a los Oscar con siete nominaciones, incluyendo la de mejor película. Una carrera que podríamos catalogar, cuanto menos, de aceleradamente exitosa.

En su tercera película, El Solista, Wright se encuentra respaldado por una producción estadounidense de cierta entidad, por una historia basada en hechos reales con gancho dramático y por actores de prestigio internacional, Jamie Foxx y Robert Downey Jr. Sin embargo, los errores que ya cometería en sus dos primeras películas, relativamente disimulados en un producto de una calidad aceptable, se ahondan de forma preocupante en una historia fallida que no funciona como drama a pesar del material concebido idóneamente para ello.

Los flancos débiles de Wright son evidentes; su incapacidad para transmitir emociones profundas, los agujeros redundantes en el guión, la nefasta utilización del tiempo fílmico… En sus anteriores películas, todo esto quedó maquillado por el perfeccionismo visual del que hace gala el director británico, la fuerza del guión o las interpretaciones de sus protagonistas, no obstante, en El Solista poco puede hacer para salvar un proyecto verdaderamente interesante; la historia de un periodista en busca de personajes en los que basar su exitosa columna de Los Angeles Times que se topa con un vagabundo con una excepcionales dotes musicales que se debate internamente con evidentes problemas psicológicos.

Aunque Downey Jr. (en verdadero estado de gracia con una carrera relanzada en la que conjuga éxitos comerciales como Sherlock Holmes y películas más personales como Zodiac) y Jamie Foxx elaboran unas interpretaciones más que correctas, la relación entre ambos personajes no termina de germinar emocionalmente causando incluso un efecto contrario por el que se adquiere un cierto desapego hacia un periodista que parece más bien un sabueso sin escrúpulos y hacia un esquizofrénico al que no se termina de comprender en su tragedia.

La historia no emociona en parte debido a una dirección disfuncional, con un mal uso del tiempo introduciendo flashbacks sin previo aviso, una voz en off inútil y una obsesión de Wright por el aspecto visual. Es evidente que éste elabora películas de una factura espléndida, con imágenes de enorme belleza, como las de la primera interpretación de Nathaniel con su nuevo cello en las que la cámara se eleva y vuela junto a las palomas; pero todo ello no termina de justificar todo aquello que desentona en El Solista.

Wright deberá mejorar mucho estos aspectos si realmente quiere colocarse entre los grandes. Es joven y su carrera promete ser larga. Esperamos sinceramente que El Solista sea únicamente un intento fallido en una filmografía fructífera.

Crítica Los Hombres Que Miraban Fijamente a las Cabras; Estupidez para listos

5/10

Sin duda, esta es una de las películas más estúpidas que he podido ver en mi vida. Si Quemar Después de Leer les pareció a los más conservadores una auténtica soplaguindez es porque no han visto Los Hombres Que Miraban Fijamente a las Cabras. No es que sea mala en exceso, es que directamente, es una película totalmente absurda. Sin embargo, merece la pena echarle un vistazo al gran papel de un hombre que evidentemente tiene un gran problema mental como es George Clooney, sin duda, uno de mis actores predilectos. Y es que se necesita ser una persona con un gran sentido del humor y un sentido de la poca vergüenza para ponerse al frente de esta producción del primerizo Grant Heslov. Tampoco tiene precio ver la continuación de aquel fantástico Lebowski que encarnó Jeff Bridges en El Gran Lebowski y que encandiló a medio mundo del cine. Pues de nuevo tenemos la versión más gamberra de Bridges pero sin la dirección de los Coen. Ewan McGregor está correcto dándole la réplica a un Clooney en estado de "divina comedia" pero está en su línea, la de un excaballero Jedi que sufre las explicaciones sobre "¿qué es un Jedi?"
No merece excesivamente la pena acudir a las salas si no es usted consciente de la clase de cine que va usted a visionar. Se trata de una feroz y salvaje crítica a todo el conjunto del Ejército americano y a los planes que tuvieron en los años 80 de explotar los poderes mentales de algunos soldados para influir en el comportamiento del enemigo. De hecho, y como en la película se manifiesta, Ronald Reagan llegó a estar de acuerdo con este proyecto. Parece una tontería, pero lo cierto es que todo esto sucedió lo que nos lleva a pensar lo realmente absurda que se puede llegar a convertir la vida, seas soldado o seas simplemente un periodista que quiere buscar alguna historia.
El guión no es nada del otro mundo y la dirección tampoco es magistral pero es una hora y media de algunas carcajadas, risillas disimuladas y cuatro grandes actores como son Clooney, McGregor, Bridges y Kevin Spacey, el cual no termina de encajar en la película.
Si usted piensa ir al cine, no hace falta que vea esta película. No hay nada nuevo de lo que vaya a enterarse. Espere al DVD y, aun asi, si se acuerda que alguna vez esta película existió, pues véala. Si no, tampoco le quitará el sueño.

Crítica de Tres días con la familia; Minimalismo cotidiano

7/10

En el mundo cinematográfico actual, el debut de un joven director (directora en este caso) debería ser apreciado como un acontecimiento de gran importancia para el devenir de un arte que transcurre por una época de crisis (y perdonen por la manida expresión que ya comienza a ser enervante), máxime si hablamos de nuestro maltrecho cine español, que se debate entre el plagio de los valores y formatos hollywoodienses y la defensa de un cine de menor presupuesto, aunque más arriesgado, personal e independiente. El presente año ha sido visto por muchos como uno de los mejores de los últimos tiempos, gracias en parte a las recaudaciones estratosféricas de filmes como Ágora, Planet 51 o Celda 211, y en detrimento de otras cintas de calidad comparable o superior que han permanecido en círculos limitados de difusión.

El debate del cine español se encuentra ahí, imperturbable; ¿concentración o disgregación? Los recursos son limitados y muchos son los que abogan por su inversión en grandes proyectos de alcance internacional que se disputen la hegemonía de la cartelera con cintas extranjeras, no obstante; ¿qué ocurrirá con las ideas de estos jóvenes directores que prometen erigirse como el futuro de nuestro cine? Probablemente, si no cuentan con un padrinazgo de gran calado quedarán en la sombra y sus proyectos en el limbo de la creación cinematográfica.

Afortunadamente, el maravilloso guión de Mar Coll no ha sido desterrado a ese limbo y hemos podido disfrutar, aunque muy pocos de nosotros, de una historia cotidiana, pequeña aunque compleja; la de una chica que regresa a su hogar para asistir al entierro de su abuelo con el resto de la familia. Las tensiones y rencores guardados, la hipocresía de la clase media barcelonesa o las relaciones paterno filiares erosionadas por el tiempo, la distancia y el silencio conforman un retrato melancólico, de gran realismo y con diálogos primorosamente trabajados. La interpretación de la debutante Nausicaa Bonnín completa este cuadro adaptando sus miradas y movimientos al tono pausado de la película, y encarnando a la chica desorientada que ve cómo la relación con su novio se extingue, su futuro profesional es incierto y la relación con sus padres separados es, cuanto menos, distante. Por su parte, Eduard Fernández da entereza a la película dando vida al padre de la chica, un hombre de mediana edad que se siente aún más solo con la muerte del padre, al que paradójicamente nunca visitaba.

Tres días con la familia es una película pequeña de una directora que apunta buenas maneras, con un depurado estilo realista y un magnífico control de los diálogos. Aclamada por la crítica, la película de Mar Coll ha cosechado un gran éxito en diferentes festivales, como el de Málaga, donde se hizo con los premios a ambos intérpretes y a dirección; mientras que hace tan sólo unas semanas Mar Coll recibió el premio Goya a la Mejor Dirección novel (Nausicaa Bonnin se tuvo que conformar con la nominación a la mejor actriz revelación).

El cine español está vivo; hay mucho más allá de Almodóvar o Amenábar. La nueva generación de realizadores es consciente de las dificultades del mercado, y por ello se forman en todos los campos; ya no sólo manejan la cámara, sino que firman el guión y se involucran en todos los pasos de su película. Los clichés y prejuicios adheridos como una costra a nuestro cine deben ser erradicados de raíz y la única vía para lograrlo es consiguiendo que el público acuda a las salas con una nueva mentalidad, sabiendo separar el grano de la paja, que continua siendo abundante aunque localizada. Al fin y al cabo, el cine español habla de nosotros mismos, de nuestros problemas y alegrías, de aquello que presenciamos cada día.

Crítica de Shutter Island; Esto es cine

8/10

Scorsese es un artesano del cine. Con una carrera plagada de éxitos que han marcado época a sus espaldas, son pocos los que aún hoy día dudan de la calidad de un director que, si bien puede arriesgarse excesivamente en algunos proyectos (Kundun, Al límite), continúa desarrollando un cine diferente en cada película. Y es que el cine de Scorsese no es de autor, una etiqueta que indudablemente le viene grande. Sin embargo, esto no supone una descalificación arbitraria, sino algo que lo favorece frente a colegas que han visto descalabrarse uno tras otros proyectos con demasiadas ínfulas de autoría. Scorsese no especula con grandes ideas, ni reflexiona en tono grandilocuente acerca de la naturaleza humana, únicamente cuenta una historia, en la mayoría de las ocasiones inspirada en una novela, con todos los mecanismos que el arte cinematográfico le confiere. No escatima en efectos sonoros, encuadres aberrantes o movimientos imposibles; es puro cine. Scorsese en un artesano del cine.

Shutter Island es una muestra más de ello. En esta ocasión, Scorsese vuelve al thriller psicológico, terreno en el que demostró moverse con absoluta genialidad en El cabo del miedo. Para ello, requiere una vez más de la interpretación de su actor fetiche, Leonardo DiCaprio (esta es su cuarta colaboración y tiene tres en cartera), quien película tras película crece en calidad y se reivindica como uno de los actores más importantes del panorama hollywoodiense. No obstante, DiCaprio no está solo. Scorsese ha aglutinado a un poderoso elenco de secundarios que incluye al efectivo Mark Ruffalo, al siempre magistral sir Ben Kingsley, al incombustible Max Von Sydow, a Emily Mortimer, Patricia Clarkson, Michelle Williams, etc.

Shutter Island es un thriller psicológico con tintes terroríficos para el que Scorsese ha creado una atmósfera desasosegante, cerrada, claustrofóbica. El espacio es finito, una isla que existe por sí misma, independiente de toda contaminación exterior e inaccesible tanto en su entrada como en su salida. La tormenta interminable, el tono grisáceo y monótono, la música retumbante, no hacen más que acentuar ese sentimiento de tensión constante que impregna el viaje hacia la locura del protagonista que tomamos como referencia.

El planteamiento cinematográfico es puramente clásico; Scorsese recupera una narración tradicional que asimila descaradamente las formas del cine negro clásico, las películas de detective o incluso las de serie B. Todo aparenta ser excesivamente barroco y anticuado; véase la secuencia inicial, con un turbio cielo gris de fondo, los dos policías de gabardina y el ferry destartalado que atraca en una isla imponente y misteriosa. Es entonces cuando la cámara se torna subjetiva y traspasa la puerta de entrada del complejo acompañada por una música atronadora e inquietante que nos indica que jamás volveremos a salir de la isla.

El misterio se extiende progresivamente a partir de las pesquisas de nuestro protagonista, quien se interna sin remisión en un vórtice aparentemente descabellado y que desemboca finalmente en un giro radical e inesperado que realimenta el sentido de toda la narración en su conjunto. A medida que se desarrolla la acción, la estructura clásica se difumina entre las digresiones alucinógenas de DiCaprio, donde Scorsese introduce escenas trasgresoras, de libérrima creatividad y poderío visual que ilustran fielmente el desvarío introspectivo que describe la obra a partir de la que se inspira la cinta.

La obra literaria de Lehane (autor, entre otras novelas, de Mystic River, brillantemente adaptada a la pantalla por Clint Eastwood) funciona como una base idónea para que Scorsese cree un excelente ejercicio de estilo cinematográfico con una narración de tensión sostenida y unas interpretaciones de gran calidad.

Shutter Island te atrapa en una telaraña de misterio con final sorpresa que, afortunadamente, se aleja de la trama tramposa y efectista en la que muchas películas caen en una tendencia redundante en los últimos tiempos. Scorsese vuelve a sorprendernos, en esta ocasión con suspense y el mejor estilo de género. Un artesano del cine que no se esfuerza en ocultarlo.

Premios Cesar 2010; Un Profeta de Audiard se erige como la película francesa del año


Pocas sopresas en la Gala de entrega de los Premios de la Academía Francesa de Cine; la película de Jacques Audiard Un Profeta se hizo con 9 Césars, incluyendo el otorgado a Mejor Película, Mejor Director y Mejor Actor para Tahar Rahim. La carrera internacional de la cinta francesa, que se ha estrenado esta semana en nuestro país, auguraba el éxito rotundo finalmente alcanzado; Premio del Jurado en Cannes, 6 galardones de la Academia de Cine Europeo y sendas nominaciones a los Globos de Oro y a los Oscar en la categoría de Mejor Película Extranjera. Audiard, director de filmes como Lee mis labios o De latir mi corazón se ha parado, elabora en su nueva película una compleja y densa trama que implica a un joven presidiario obligado a introducirse en la red mafiosa que domina la cárcel donde cumple condena. La narración es sólida y su realización excelente, sin embargo en sus más de dos horas y media de metraje no consigue atrapar al espectador, provocando el tedio consecuente.
Las alternativas a Un Profeta se han visto limitadas en un año no especialmente fructífero en Francia; Coco, de la rebeldía a la leyenda de Chanel se tuvo que conformar con un solitario galardón al Mejor Vestuario, mientras que Le Concert de Radu Mihaileanu hizo lo propio con los premios de Mejor Banda Sonora y Canción.
Por último, no podemos dejar de mencionar el Cesar concedido a Gran Torino en la categoria de Mejor Película Extranjera, por encima de títulos como Slumdog Millionarie o Avatar. El César de Honor fue para Harrison Ford.